jueves, 13 de diciembre de 2007

EPICTETO - MAXIMAS



De los bienes verdaderos y que nos son propios, de los falsos y extraños

Nuestro bien y nuestro mal no existen mas que en nuestra voluntad.

De todas las cosas del mundo, unas dependen de nosotros y otras no. Dependen de nosotros nuestros juicios y opiniones, nuestros movimientos, nuestros deseos, nuestras inclinaciones y nuestras aversiones; en una palabra, todos nuestros actos.

Las que no dependen de nosotros son el cuerpo, los bienes materiales, la reputacion, las dignidades y honores; en una palabra, todas auqellas cosas que no entran en el circulo de nuestros propios actos.

Las cosas que dependen de nosotros son libres por su misma naturaleza; nada puede deternerlas ni levantar ante ellas obstaculos. En cambio, las que no dependen de nosotros son debiles, esclavas, sujetas a mil contingencias e inconvenientes y extrañas por completo a nosotros.

No olvides, pues, que si tomas por libres las cosas que por naturaleza son esclavas, y por tuyas las que dependen de otros, no encontraras mas que obstaculos por doquier; te sentiras turbado y acongojado a cada paso y tu vida sera una continua lamentacion contra los hombres y dioses...

... suceda lo que sucediere, de mi depende sacar en todo el mayor bien y provecho.

De la felicidad

Los verdaderos dias de fiesta son y deben ser para ti aquellos en que has vencido una tentacion o te has arrancado, o al menos dominado, el orgullo, la temeridad, la malignidad, la maldicencia, la envidia, la obscenidad en el lenguaje, el lujo o cualquiera de los vicios que te tiranizan. Esto es lo que debe alegrarte y merecer tus desvelos y sacrificios con mucho mas motivo que haber obtenido un consulado o el mando de un ejercito.

Sobre el propio perfeccionamiento

Estamos compuestos de dos naturalezas perfectamente distintas: de un cuerpo que nos es comun con los animales y de un espiritu que nos es comun con los dioses. Pero unos tienden hacia el primer parentesco, si asi puede decirse, parentesco desdichado y muerto, y otros tienden hacia el segundo, hacia el feliz y divino; de aqui proviene que unos piensen noblemente, mientras los otros -la inmensa mayoria- no conciben mas que pensamientos bajos e indignos. En lo que a mi respecta, ¿que soy? Un pobre desdichado y estas carnes que componen mi cuerpo, algo enfermizo y miserable. Pero algo hay en mi mucho mas noble que esta carne; ¿por que, pues, apartandome de aquel tan elevado principio, doy a lo bajo, a la carne, tanta importancia? He aqui la pendiente por donde se dejan resbalar la casi totalidad de los hombres; y de aqui por que se encuentran entre ellos tantos monstruos, tantos lobos, tantos leones, tantos tigres y tantos cerdos. Ten cuidado, pues, y procura no aumentar el numero de los brutos.

De ti depende el sacar partido de cuento acaezca. No digas, pues, nunca : ¿Que sucedera? ¿Que te importa lo que pueda suceder desde el momento que puedes hacer de ello buen uso y sacar provecho, y puesto que hasta un contratiempo puede convertirse para ti en manantial de felicidades?

No olvides que eres actor en una obra, corta o larga, cuyo autor te ha confiado un papel determinado. Y bien sea este papel el de mendigo, de principe, de cojo o de simple particular, procura realizarlo lo mejor que puedas. Porque si ciertamente no depende de ti escoger el papel que has de representar, si el representarlo debidamente.

Si te propones desempeñar un papel superior a tus fuerzas, no solamente lo desempeñaras mal, sino que dejaras de representar aquel que hubieras desempeñado bien.

No tienes que librar a la tierra de monstruos porque no naciste Hercules ni Teseo; pero puedes imitarlos librandote tu mismo de los monstruos formidables que llevas en ti.

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