Capitulo II - El yoga por el Samkhya
El alma encarnada se desprende de los cuerpos viejos y toma otros nuevos, asi como el hombre cambia sus vestidos.
Las armas no pueden herirla, ni el fuego consumirla, ni el viento secarla, ni las aguas empaparla.
No se podria herirla ni quemarla, mojarla ni secarla. Firme para toda la eternidad, inmovil, penetrandolo todo, ella existira durante toda la eternidad.
No pecaras si te arrojas a la batalla habiendo logrado que la desgracia y la felicidad, la victoria y la derrota, el fracaso y el exito te sean iguales.
Quien desvia los sentidos de todo estimulo, como la tortuga resguarda sus miembros en su caparazon, ese esta solidamente en posesion de la sabiduria.
Pero quien tiene su mente continuamente dirigida hacia los objetos de los sentidos es encadenado por ellos; de este lazo nace el deseo, y del deseo, la colera.
La colera origina el error, el error la perdida de la memoria, esta la destruccion de la inteligencia y, en consecuencia, la muerte del hombre.
Como los vientos empujan un barco sobre el oceano, asi la inteligencia es zarandeada por los sentidos descarriados en la contemplacion de las cosas.
Capitulo III - El yoga de la accion
Ni apartandose de las obras alcanza el hombre la inactividad, ni renunciando unicamente a ellas se llega a la perfeccion.
Pues nadie puede permanecer un instante sin accion; todo ser esta necesariamente obligado a la accion por los <
Cada uno debe preferir su propio <
Capitulo IV - El yoga de la sabiduria
Por el contrario, quien no tiene fe, quien tiene su alma inmersa en la duda, esta abocado a la perdicion; para el alma dominada por la duda es imposible alcanzar, ni en este mundo ni en el mundo supremo, ninguna clase de felicidad.
Capitulo VI - El yoga del dominio de si mismo
Por el yo superior debes lograr la liberacion del yo inferior, y no debes permitir que se destruya el yo, pues el yo superior es amigo del yo, y el yo inferior es enemigo.
Realmente, ¡oh, Krishna!, la mente se inquieta, apasionada, fuerte e indomable, tan dificil de dominar como el propio viento.
El bienaventurado Señor dijo :
¡Oh, poderoso guerrero! Indudablemente, el pensamiento es dificil de dominar, pero ¡oh, Kaunteya!, la practica constante y la falta de interes por las cosas del mundo pueden llegar a dominarlo.
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